En el diario La Patria, en su edición impresa del domingo 4 de enero de 2015 encontramos a manera de texto narrativo un interesante artículo para reflexionar sobre nuestros sueños y metas por alcanzar como ciudadanos de Colombia y de un mundo que puede ser cada vez mejor...
¿Le gustaría vivir en un
país así?
Por Fanny Bernal Orozco (Psicóloga, docente Universidad de Manizales)
Imagen tomada de http://oasisfm.cl/elena-y-gente-oasis/un-proposito-para-ser-feliz/ |
Había una vez un país que tenía muchas leyes para proteger y respetar los derechos de los ciudadanos y, además todas las personas que lo habitaban cumplían de manera respetuosa las normas que estaban escritas. Así por ejemplo, en épocas de Navidad nadie quemaba pólvora, no había ningún niño o adulto quemado; en las urgencias de los hospitales los profesionales no tenían que preocuparse por atender situaciones como éstas y las familias no tenían que llorar el dolor de sus seres queridos; el amor alcanzaba también para el cuidado y la responsabilidad.
En cuanto a la sensación de confianza la gente podía ir sin ninguna preocupación a hacer sus compras, no existían los atracos, los “paseos millonarios” ni la escopolamina, tampoco el robo a las casas, o a los carros; en los periódicos no aparecía la foto de alguna persona violentada o asesinada parar robarle sus pertenencias.
Los conductores eran incapaces de conducir un vehículo después de haber ingerido licor, entidades especializadas estaban alertas para colaborar en estos casos. En las empresas de transporte existía un inmenso respeto por las personas que usaban estos servicios, allí ningún conductor hacía turnos de más de ocho horas, todo estaba estipulado para garantizar un buen viaje a los usuarios y, además los carros eran revisados periódicamente con responsabilidad.
Ni los bebés, ni los ancianos eran abandonados, cada uno de ellos tenía un lugar de importancia en la comunidad, los niños eran bienvenidos y esperados con amor y los viejos protegidos y escuchados con respeto.
Las familias no sentían temor ante la demora de uno de los suyos, tenían la certeza de su regreso, porque allí nadie desaparecía, no tenían que ir a buscarlos con el miedo dibujado en sus rostros; jamás se escuchó hablar de “falsos positivos”, tampoco de secuestros o amenazas y menos aún de pagar por rescatar a alguien.
En los centros de salud los empleados conocían bien lo que era ir a pedir ayuda cuando de dolor y pérdida de salud se trataba, por ello la atención se brindaba amablemente y de manera efectiva, no solo a través de personas bien formadas académicamente, sino además con sentido humano, responsable, ético y respetuoso, en estos centros nunca habían escuchado hablar del “paseo de la muerte”.
En cuanto a las oficinas públicas, daba gusto ir a hacer alguna gestión, los trámites aparte de rápidos, eran realizados por funcionarios conocedores de su trabajo que sabían el valor del tiempo de los demás y por ello no eran generadores de estrés, ni de ansiedad para con los usuarios que se acercaban a solicitar alguna asesoría o documento.
Las calles de la ciudad se mantenían limpias, los parques sembrados con diversas plantas, tanto así que propios y extraños se acercaban a admirar y a la vez se hacían responsables de su cuidado, lo cual hacía de estos espacios sitios apropiados para la recreación y el encuentro con amigos y hasta para la lectura o la contemplación; la gente los vigilaba con empeño, sin arrojar basuras ni botellas a la calle, para lo cual se utilizaban adecuadamente los cestos de basura que había en número considerable; el sentido de pertenencia por la ciudad y el orgullo por su belleza eran realmente asombrosos.
Las adiciones al poder, al sexo, a la pornografía, el juego, al licor o a otras drogas eran casos aislados, que se trabajaban de manera oportuna y exitosa, a partir de un importante proyecto de salud mental.
Era un país maravilloso, tenía todos los climas, con frutos exquisitos y variados, sus habitantes no sabían qué era el hambre, el agua y la luz llegaban a todos los rincones, existía la cultura de la prevención y del cuidado; sus dirigentes políticos eran trabajadores honrados y disciplinados que tenían claro para qué fueron elegidos, por lo tanto nunca había dudas acerca de sus decisiones, sus valores y su ética.
¿Le gustaría vivir en un país así?
¿Qué actitudes puede usted cambiar para este año que llega, con las cuales pueda hacer un mejor país?
Anímese.
Y, ahora un poco de humor...
Imagen tomada de http://agustincuevas.blogspot.com/2013/09/sin-buenos-navegantes-no-hay-rumbo.html |
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