lunes, 24 de diciembre de 2012

Siete secretos para que sus hijos sean felices 9



Al terminar los siete secretos vamos a reproducir una casi última parte del artículo tomado de: la REVISTA NUEVA,  edición No 1293 del 29 de septiembre de 2012, "Secretos para que sus hijos sean felices" a propósito de un nuevo libro de la Dra. Annie de Acevedo "Hazlos felices para que sean buenos"... Podríamos decir que este es el octavo secreto:




Imagen tomada de www.edukame.com



¡No les exija perfección!
Otra novedad en el mercado es el libro de Christine Carter, socióloga del Centro para el Incremento del Bienestar de la Universidad de California, El aprendizaje de la felicidad, del sello Urano.
Aquí, la experta descubre y analiza 10 pasos para fomentar la felicidad en los niños…y en sus padres. Y uno de ellos es pedirles a los hijos esfuerzo, no perfección.
De acuerdo con la doctora Carter, “a menudo nos resistimos a aceptar incluso la mediocridad de los niños más pequeños. De hecho, a algunos progenitores, sobre todo a los perfeccionistas, les angustia la mera posibilidad del fracaso, porque, como todos nosotros, aman a sus hijos y desean verlos expresar todo su potencial; pero también porque tendemos a tomarnos un desastre o un resultado mediocre como un reflejo de nuestra propia incapacidad.
‘¿Qué habré hecho mal?, se preguntan los padres cuando los niños cometen errores o no rinden lo esperado.
Los hijos de unos padres demasiado pendientes de los resultados tienen más probabilidades de padecer depresión, ansiedad y consumo de drogas comparados con otros niños. Todos corremos peligro de incurrir en ese error, porque vivimos en un mundo de mentalidad rígida”.
Y ese querer ser perfecto, y peor aún, añorar que nuestros hijos lo sean, tiene consecuencias devastadoras, según la autora. “Muchas personas suponen erróneamente que el perfeccionismo impulsa a los niños a ser los mejores de la clase, del equipo y, a la larga, de su profesión. Pero este rasgo de carácter no es un camino al éxito y desde luego no conduce a la felicidad.
Al contrario, tiende a empañar la victoria, provocando un estado permanente de insatisfacción, que viene alimentado por toda una sarta de emociones negativas como miedo, frustración y decepción. Los perfeccionistas ni siquiera disfrutan de sus logros porque siempre se fijan en lo que se podría mejorar.
El perfeccionismo impide a los niños arriesgarse y asumir retos, los impulsa a ocultar sus errores y a evitar las críticas constructivas.
De modo que tenemos elección. Podemos andar pendientes de si nuestros hijos ganan o pierden, de si parecen listos o tontos, de si dan muestras de talento o de mediocridad. O podemos ayudarles a comprender que hay muchas cosas en la vida –y en ellos–, además de sus victorias”, puntualiza la doctora Carter.

 Y ahora, un poco de humor...

Imagen tomada de www.cosasparanavidad.blogspot.com

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