lunes, 11 de enero de 2016

Formar carácter


La tarea de educar (bien) a los hijos es difícil, arriesgada e importante, hemos encontrado este artículo que nos da luces y pistas, publicado en El Colombiano del día de ayer (10 de enero de 2016) en la página 30 de su versión impresa con autoría de Manuela Zárate (seudónimo de la escritora venezolana Clara Machado)...


Decir que NO

Imagen tomada de http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1102008063
Decir que NO es uno de los retos más grandes que tenemos como padres. Es la vorágine de un sistema que nos trata de convencer que las frustración y la tristeza son cosas que hay que evitar a toda costa. Si un niño llora hemos fallado. Si sonríe somos exitosos. La ironía es que si nos descuidamos, terminamos por convertirnos en seres manipulables, los títeres de nuestros hijos, y a pesar de que en sus caras haya una sonrisa o una expresión de satisfacción no necesariamente estamos construyendo su felicidad, mucho menos su carácter.  
Dosificar la negativa no siempre es fácil. Depende de la circunstancia que tenemos como padres, de la vida de nuestros hijos, la etapa que atraviesan, la personalidad. Lo mismo las reacciones. ¿Qué tan preparado estamos para ellas? ¿Qué arrastramos de nuestra propia experiencia como hijos? A veces nos vamos a los extremos: queremos repetir al carbón lo que hicieron nuestros padres, o al contrario, queremos que la infancia de nuestros hijos sea todo lo que la nuestra no fue.  
Los niños van probando sobre los padres aquello que los desgasta. Saben que si estamos cansados cederemos, saben dónde está el punto por el que flaqueamos, la mirada, el grito, el punto de la exasperación. No siempre estamos dispuestos a aguantar el conflicto que genera una negativa. La realidad es que toca escoger las batallas. 
Una cosa es firmeza y otra rigidez, que no es tan buena como parece, porque revienta tanto el carácter como la complacencia absoluta. Lo difícil es fijar el punto de equilibrio y por más libros de psicología que leas, y más consejos que te den, es uno como padre el que tiene que buscar el espacio para encontrarlo. Toma tiempo, experiencia, reflexión. Toca proyectar a los hijos, imaginarlos de adultos, pensar en cómo debería ser el camino para que lleguen a ser quienes son.  
Los padres somos cada vez más renuentes a decir que no. Nos cuesta. Incluso hay teorías que lo desaconsejan. Llega entonces el padre que está dispuesto a enfrentarse al maestro que no le gusta, el que no tolera que su hijo no sea el protagonista de la obra colegial o que sea delantero en el equipo de fútbol, que golpea al árbitro porque anuló un gol, o porque lo sancionó por mala conducta. Me pregunto, ¿qué será de esos adultos? ¿Qué va a pasar cuando les llegue una negativa definitiva? ¿Se irán del trabajo? ¿Amenazarán a su jefe? ¿Qué pasará cuando su pareja se niegue a complacer cada impulso, cada petición?  
Estamos tan pendientes de la infancia que a veces se nos pasa de largo el hecho de que educar es la tarea de preparar a los hijos para cuando ya no estemos. El problema no es qué hacen bajo nuestras narices, sino qué harán cuando no estemos mirando.  
Aunque nos duela a veces la vida dice que no. No le amará siempre del que se ha enamorado, no necesariamente entrará a la universidad de sus sueños, no le darán el trabajo que quería, o no podrá comprar el auto que tenía en mente, no podrá hacer ese viaje, no lo seleccionarán para tal equipo. No. Y duele y frustra, pero a veces la respuesta es no. Tajante e irrevocable.  
En la medida en que como persona esté preparado para la frustración aprenderá que la vida es un reto, que una negativa no es el fin del mundo, pero que puede ser un comienzo, una oportunidad. Aprenderá la resiliencia y la determinación. A dominar los peores sentimientos y a no ser un esclavo de sus caprichos. A que todo pasa y que la vida es una transformación constante. Que hay que intentar de nuevo o cambiar de estrategia, pero sobre todo que hay que dejar ir.  
Darle todo a un hijo es también decirle que no. A veces sin demasiadas explicaciones pues la vida no siempre justifica las puertas que cierra. No. No podemos tener siempre lo que queremos, pero con lo que nos va dando el destino podemos aprender a forjarnos camino. Eso es carácter.


Y, ahora un poco de humor...


Imagen tomada de http://www.bebesymas.com/educacion-infantil/por-que-algunos-ninos-de-hoy-en-dia-acaban-siendo-adolescentes-problematicos 

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